domingo, 22 de febrero de 2015

LOS SECRETOS DEL EGO. CAPITULO 3

CAPÍTULO TRES: “RIQUEZA ACUMULADA”.


Kat y Henry pasaban mucho tiempo juntos, sobre todo en casa de Dayri. Incluso Henry iba a los ensayos de la obra, los demás chicos del club de teatro simpatizaron de inmediato con Henry que parecía tener habilidad para agradarle a todos, era muy simpático y divertido,  y Dayri se sintió irritada por el cambio de actitud de Kat, ni siquiera con su novio se veía tan contenta.

Dayri comprendió después de dos días que no tenía por qué enojarse, prefería concentrarse en sus asuntos. Su madre regresó de España y la calma de su hogar desapareció,  peleaban constantemente porque pronto Francis regresaría a clases y Astrid esperaba que pronto Dayri hiciera lo mismo, pero Dayri prefería continuar con sus clases particulares en casa. Siempre había disfrutado más tener un tutor, sentía que así contaba con más tiempo libre para disfrutar de sus actividades y de su vida.

-Arthur habla con ella, no podemos seguir consintiendola- Astrid pedía el apoyo de su marido. 

Dayri escuchaba la conversación a escondidas, era de noche y padecía de insomnio, por lo que al escuchar la voz de su madre había decidido investigar de qué se trataba la conversación.  Astrid y Arthur estaban en la cocina.

-Astrid yo puedo hablar con ella y aún así no lograrías tu objetivo. Tienes una hija que pide a gritos tu atención,  la mía la tiene y por eso jamás discutimos. Pero busca desesperadamente a su madre que desde que llegó a Londres la ha ignorado. Lo único que haces es compararla con Francis, la criticas por su forma de vestir, cuestionas sus amistades, no la escuchas. No sabes nada de ella, y cuando algo te molesta en lugar de hablar con ella le gritas, te desesperas y me envías a mi a resolver todo.- Arthur le explicaba a su esposa lo que tenía que hacer y esperaba que reflexionara sobre sus acciones.

-¿Piensas que soy una mala madre?- preguntó Astrid indignada.

-No, y nunca dije eso. Sólo creo que deberías hablar más con Dayri en lugar de evadirla-

-Ella es rara, se viste de negro, prefiere la actuación a una carrera de verdad, sale con puros hombres, nunca está en casa-

-Si te acercaras más a ella quizás podrías conocerla y entender el por qué de su personalidad.- mencionó Arthur con dulzura.

-No necesito hacer eso, sé por qué es así. Es idéntica a su padre- anunció Astrid y salió de la cocina.

Dayri se escondió bien en el pasillo para que su madre no la viera. Quedó pensativa por lo que su madre dijo, sobre todo por el tono,  le pareció que se sentía decepcionada de que se pareciera a su padre. "No me habla porque me parezco a él" pensó con tristeza. 

-Nadie te enseñó jamás que no se debe espiar a los mayores- cuestionó Arthur con tono divertido a Dayri que se encontraba en el suelo del pasillo en posición fetal. 

Dayri alzó la mirada y sonrió ligeramente. Siempre había disfrutado de la compañía de su padrastro porque era muy comprensivo y gracioso, respetaba el espacio de ella y Francis,  les daba consejos pero sin pretender jamás tomar el lugar de su padre.

-No podía dormir y bajé por un vaso de agua pero descubrí que estaban aquí y ya no entré-

-Ven chica vampiro, te prepararé un té y después a dormir- Arthur estiró su mano para ayudarla a incorporarse.

Entraron a la cocina y tuvieron una hora de buena conversación. Al terminarse el té ambos fueron a dormir y Dayri se encerró en su habitación, quería dormir y asimilar todo lo que Arthur le había dicho, sobre todo porque en un punto de la conversación mencionó que debería buscar un empleo para comenzar a generar curriculum y a la vez adquiriera experiencia laboral, eso le permitiría aprender a lidiar con el estrés y a trabajar en equipo. Sin duda no resultaba una mala idea, quizás ya era hora de que se enfrentara a la gente y saliera de su área de confort.
Al despertar comenzaría a buscar opciones que cumplieran con sus expectativas. 

Dayri despertó y como cada domingo desde hacia siete años se levantó de su cama hasta las doce del día,  se puso un pants negro y una sudadera, desayunó un vaso de jugo y pan tostado, se pintó los ojos y su cabello lo dejó tal cual estaba al despertar, ósea enmarañado y sin forma. Tampoco se bañaba los domingos porque era su día de descanso, sin avisar a dónde iba salió de su casa para ir a la casa de junto para buscar a su vecino y amigo Roger Aspen. Él siempre usaba alguna prenda roja, por ello se había ganado el apodo de Rojo.
Dayri agarró su bicicleta y espero a Roger frente a su entrada. Rojo salió al instante y también tomó su bicicleta y comenzaron a andar, les gustaba competir. Cada domingo salían a pasear en bicicleta y les hacia compañía la mascota de Dayri Roemer, un perro golden retriever de doce años que aunque ya estaba viejo no dudaba en acompañarlos.  Cerca de sus casas había un parque y era su fin del camino, allí se recostaban en el pasto y jugaban con Roemer, aunque cada día tenía menos energía. 

-Tengo miedo de que pronto nos deje- dijo Dayri a su amigo con tristeza, Roemer fue un regalo de su padre días antes del accidente. Era lo único que le quedaba de él. 

-Ya es viejo, y le obsequiaste una buena vida. Estoy seguro de que el día que nos deje lo hará feliz-

-Roemer es mi mejor amigo, hemos estado juntos desde que tengo cinco años,  mi padre me lo obsequió y siempre he sentido cerca a mi padre a través de Roemer, me da miedo sentir que al morir Roemer perderé a mi padre- dijo ella afligida mientras acariciaba el rostro de su perro que era totalmente blanco, Roemer dormía sobre su regazo.

-Roemer y tu padre viven en ti, nunca te abandonarán- Rojo era muy aprensivo con ella y siempre encontraba las palabras correctad para hacerla sentir bien.

Roger y Dayri continuaro  el camino en bicicleta, a unos cuantos minutos de sus respectivas casas existía un prado en el que les gustaba ir a caminar y hacer ejercicio. Acostumbraban hacer competencias de velocidad, pero desde que Roemer dejó de correr se veían obligados a ir lento, lo que no les molestaba pues les permitía platicar durante el transcurso y ponerse al corriente de lo ocurrido en la semana.

-Creí que nos acompañaría Kat- mencionó Roger debido a que los últimos domingos del mes se había unido a su rutina.

-Le cancelé ayer- confesó Dayri sin mirar a su amigo, sentía vergüenza de la verdadera razón de que Kat no estuviera ahí.

-¿Le cancelaste? Es decir, ¿le mentiste? Piensa que el plan se canceló - preguntó Roger sorprendido.

-No, bueno sí. La verdad necesito descansar de ella un poco. La veo diario y a ti sólo los domingos, necesitaba alejarla de ésta rutina que es nuestra, estar sin ella podría ser bueno-

La realidad era que desde que descubrió que Kat conocía a Henry se había sentido incómoda con ella, por lo que prefería evitarla.

Llegaron al prado y dejaron caer las bicicletas sobre el pasto, ellos se recostaron mirando al cielo para descansar y disfrutar del agradable clima de verano. Dayri se recostó a observar el cielo porque disfrutaba de encontrar formas en las nubes, desde que era una niña acostumbraba hacerlo, sin embargo nadie lo sabía, sentía que era una actividad infantil y que sus amigos se burlarían de ella si se los contaba.

Ninguna de las nubes adquiría alguna forma conocida, lo que la hacía ver que estaba distraida, y así era desde que Henry Doors apareció en su vida. La única persona que había conseguido distraerla de sus propios pensamientos antes había sido James, pero por un breve instante y ésto debido a que él era muy cautivador y sabía perfectamente qué decir para ganarse tu confianza, cuando ella lo descubrió supo que no lo había amado, sino que se había ilusionado con una idea falsa que él creó.

Pero ahora aparecía un completo desconocido, un agradable joven que le cae bien a todos, y que para ella es un miesterio pero todos los que lo rodean parecen conocerlo a la perfección. No quería pensar en él, ni siquiera verlo, pero cada vez estaba más y más metido en su vida cotidiana lo que sin duda le afectaba de manera indirecta, y lo que más le afectaba era que Kat lo conociera de antes, y que ahora pareciera repentinamente emocionada con él.

-Day, creo que a Roemer le ocurre algo- Mencionó Roger en tono grave, lo que hizo que ella despertara de sus pensamientos y volterara en dirección a su perro, que respiraba entrecortadamente y parecía sufrir mucho.