CAPÍTULO DOS: “EGO CLUB”.
Dayri se encontraba desayunando en su cocina junto a Arthur, ninguno de los dos hablaba. Francis aun estaba apenado, ya no sabía cómo disculparse con su hermana por haberla dejado sola el día del estreno de su obra. Astrid viajó a España para visitar a su hermano Héctor que acababa de comprometerse.
Ya habían transcurrido tres días desde el estreno de la obra y Dayri no había sabido nada sobre Henry, a veces tenía ganas de perdonar a su hermano y preguntarle la dirección de Henry, quería interrogarlo.
-Dayri… aprovechando que tu madre está de viaje me gustaría hablar contigo respecto a la situación de tu hermano.- dice de pronto Arthur para romper el silencio que los rodeaba.
-No hay nada de qué hablar… mi hermano es un idiota egoísta. Lo único que le pedí fue que me recogiera después de mis ensayos, y que me llevara a tiempo a mi estreno… pero prefirió escuchar más a sus estúpidas hormonas alborotadas y a sus amigos…- espetó con odio. Estaba muy enojada, pero trató de tranquilizarse y no perder los estribos frente a su padrastro.
-Entiendo tu enojo… y créeme ya hablé con Francis respecto al tema. Se siente muy apenado por lo que te hizo, sin embargo tras pensar seriamente la situación llegué a la conclusión de que has demostrado ser de confianza, sacas excelentes notas y cumples con tus deberes, por eso pienso compensarte con tu propio auto.-
Dayri de momento queda atónita, no se esperaba eso. No sentía merecer un auto propio, no era muy amable con Arthur, en realidad no hablaba mucho con él desde hacía tres años.
-¡No puedo aceptar eso Arthur! No soy buena, siempre ando de rebelde, soy caprichosa… No merezco que premies mi rebeldía.-
-Te subestimas Dayri, pienso que has demostrado que puedes ser lo suficientemente responsable para tener tu propio auto…-
-Basta ya Arthur… sé por qué haces esto y no es necesario, mejor te propongo un trato. A partir de hoy estoy a prueba… si cumplo con mis deberes en la casa, si respeto el horario de llegada y dejo de hacer tantas estupideces… entonces y sólo entonces hablamos sobre un auto… ¿Qué piensas?- Dayri sabía perfectamente que la única razón por la cual Arthur estaba dispuesto a comprarle un auto era para lograr que ella se abriera con él. Su intención de él era que su relación mejorara, quería poder ser una imagen paterna… ganar su cariño.
Dayri adoraba a Arthur pero no se atrevía a admitirlo, sentía que ofendería la memoria de su padre al hacerlo. No quería que Arthur comprara su amor, necesitaba tiempo para poder acepar que quería a su padrastro.
-¿Estás segura?- pregunta perplejo.
-Por supuesto… a Francis le regalaste el auto cuando fue aceptado en Cambridge. El día que yo logré algo que se iguale a la aceptación de mi hermano a la universidad… te aceptaré con gusto un auto.-
-De acuerdo…- accede Arthur y Dayri sonríe mientras termina su desayuno.
Toc toc alguien toca la puerta y Dayri comienza a levantarse de su asiento para ir a abrir, pero Arthur se adelanta.
-No te levantes, yo me encargo.- sale de la cocina y se va hacia la entrada para poder abrir la puerta y averiguar quien los buscaba.
Dayri permaneció sentada mientras terminaba su cereal con leche, escuchó como la puerta se abrió y una voz varonil intercambiaba palabras con Arthur. Supuso que se trataba de algún vendedor.
-¡¡¡Dayri… te buscan!!!- anunció Arthur en voz alta.
Ella se levantó de su asiento, sin duda quien la buscaba era alguien desconocido porque Arthur conocía a todos sus amigos y cuando la buscaban los dejaba entrar.
Corrió hacia la entrada y vio a Arthur parado en la puerta con la puerta entrecerrada. Llegó hasta allí y tocó el hombro de su padrastro, en cuanto él volteó abrió la puerta y dejó al descubierto al joven misterioso que la buscaba.
Al verlo se sorprendió y quedó atónito, y por un instante se sintió como en una novela para adolescentes donde el personaje masculino siempre era guapo y acosador y la chica siempre ponía cara de tonta al verlo dejando al descubierto que estaba loca por él, aunque en su caso ella apenas y conocía a aquel joven.
-¡Henry! ¿Qué haces aquí?- preguntó sin poder evitar sonar alarmada.
-¿Todo bien Dayri?- preguntó Arthur sin alejarse de ella.
-Si… es un amigo de Francis.- respondió ella con una despedida en su tono. Arthur comprendió de inmediato y se alejó de la puerta.
Henry Doors permanecía en la puerta completamente serio y formal. Llevaba una camisa blanca de manga larga, pantalones negros de traje. Sus zapatos eran completamente negros y brillaban como si fuesen nuevos.
Su cabello negro y lacio estaba despeinado, pero le caía en la frente un fleco sexi. Tenía corte similar al corte de hongo pero más casual.
Esbozaba una sonrisa ligera y eso lo hacía verse aun mejor, realmente era atractivo. Su hermosa piel blanca como porcelana sobresalía con el atuendo que seleccionó. Sus bellos ojos azules sonreían mientras miraba a Dayri.
-Sabes… no deberías vestirte así.- mencionó Dayri sin poder evitar sonrojarse un poco, él verdaderamente imponía.
-¿Por qué? ¿Luzco mal?- preguntó con inocencia mientras se echaba un vistazo rápido.
Dayri no pudo evitar soltar una risita.
-De hecho… luces bastante BIEN y eso intimida. Nadie te ha dicho que eres bastante atractivo, o quizás no es necesario porque lo sabes cada que te miras al espejo.-
-¿Soy atractivo?- preguntó Henry sonriendo y Dayri frunció el ceño.
-Bien podrías ser un vampiro… tu piel es muy blanca y perfecta, tu mirada es impresionantemente penetrante y de un color hermoso, eres muy alto y bueno tu voz… es seductora Ja Ja.-
-Lees muchas novelas para adolescentes verdad.-
-No… pero me gusta estar al tanto de todo…-mintió ella para no quedar como la chica que solo lee Best-sellers.
-Bueno es curioso que me digas eso considerando que el ochenta por ciento de la población inglesa es bastante pálida y alta. Aquí todos parecemos vampiros.
Dayri permaneció en silencio, él tenía razón. La mayoría de los británicos eran casi traslucidos.
-De acuerdo… ese no era el asunto. ¿Qué haces aquí? ¿Cómo sabías dónde vivo? ¿Por qué estabas en el estreno de mi obra?-
-Demasiadas preguntas… Fui al estreno de tu obra porque disfruto asistir a obras, me encanta el teatro. Sé donde vives porque tu hermano me dijo y… estoy aquí porque quería felicitarte personalmente por tu actuación… verdaderamente eres muy buena en el escenario y me encanto la obra.- respondió Henry.
Dayri no pudo evitar sorprenderse pero entonces comprendió que la razón por la cual él se encontraba en la puerta de su casa no era esa, el asunto de la obra era sólo un pretexto. Estaba claro que él al igual que la mayoría de los jóvenes hombres se sentía atraído por ella. No era nuevo, estaba acostumbrada a que los chicos la pretendieran, sobre todo los amigos de su hermano.
-Debes estar incómodo… ¿Deseas pasar un rato?- lo invitó ella con cortesía.
Henry asintió y entró a la casa. Dayri cerró la puerta y lo encaminó a la sala, le indicó con su mano el sofá donde podía sentarse. Henry se sentó y Dayri se sintió extraña. Era la primera vez que había un chico tan atractivo en su casa desde que ella pidió que James no entrara a la casa mientras ella estuviera presente.
-Te ofrezco algo de beber… agua, refresco… té.-
-Agua está bien gracias.-
-No tardo-
Dayri salió de la sala y se dirigió a la cocina para poder servirle agua a su invitado. Su padrastro la esperaba allí con una sonrisa picara.
-Chico nuevo… él es el numero 11 si mi memoria no me falla.- menciona con una sonrisa de oreja a oreja.
-¿De qué hablas?-
-Que es el 11 chico que toca la puerta y pregunta por ti desde que entraste en la adolescencia.-
-No tenía idea.- admite Dayri sorprendida de que Arthur fuera tan observador en esos asuntos.- Le llevaré agua a Henry.
-Es atractivo… creo que de todos hasta ahora es el más guapo.-
-Arthur no es “el nuevo”. Lo acabo de conocer, es amigo de Francis y yo lo entrevisté para entrar al “nido”. Sólo vino a charlar sobre eso, no tengo interés en él y obvio él tampoco está interesado en mi.- informó a su padrastro que no parecía convencido con la historia.
-Linda te conozco bien, pero no tengo porque dudar de tu palabra. Estaré en mi estudio si me necesitas, ahora ve y atiende a tu invitado.- Arthur tomó su periódico de la mesa y un vaso con agua.
Salió de la cocina dejando a Dayri pensativa, de pronto regresó pero solo asomó su cabeza por la puerta.
-Sólo un favor querida… permanezcan en la sala. No me gustaría tener que hacer un espectáculo y dejarte en vergüenza.- sonrió y ahora si se marchó a su estudio.
Dayri sonrió haciendo una mueca y sacó del refrigerador una jarra de agua y sirvió en un vaso. Guardó la jarra y tomó el vaso para llevárselo a Henry.
Él la esperaba sentado en el sofá, ella le entregó el vaso y él le agradeció con cortesía. Ella le hizo compañía y comenzó una plática agradable. Ambos tenían varias cosas en común, el gusto por la lectura, la música instrumental y el teatro. Dayri estaba acostumbrada a que los chicos solo intentaran pretenderla dándole la razón en cada cosa que dijera por más estúpida que fuera. Pero Henry era diferente, no pretendía ser el mejor postor, sólo platicaba y debatía en lo que no estuviera de acuerdo.
Tampoco intentaba elogiarla. El momento fue agradable y ambos disfrutaron, cuando él incluyó el tema del estreno de la obra Dayri esperaba ansiosa su opinión, ella disfrutaba escuchar las criticas positivas y negativas, ya que eso le ayudaba a crecer y mejorar en lo que más amaba que era actuar.
El tiempo transcurrió de manera amena, hacia mucho que no platicaba con un hombre sin que se involucrara un tema sexual.
-No puedo creer que te encante el arte, el teatro… No conozco a diario hombres así.- admitió Dayri fascinada.
-Bueno… gracias.- dijo tímidamente.
-Apuesto a que eres realmente popular en la escuela… debes tener muchas fans atrás de ti…-
-Mmm no. El popular en la escuela es James, yo era un auténtico invisible. No salía de la biblioteca, pero me uní a la revista de James y bueno… creo que eso me hizo tener amigos… por ahora.- relató con indiferencia.
Dayri no podía creer que alguien tan guapo y agradable hubiera sido invisible en Cambridge.
Francis llegó a la casa y entró a la sala sorprendiéndose de que Henry se encontrara allí con su hermana.
-¡Henry! ¿Qué haces aquí? Te dije que yo llegaría a mi casa a las 2 pm.- dice Francis en voz alta.
-Lo lamento, suelo ser demasiado puntual.- se defiende Henry levantándose de la sala.
Dayri se da cuenta de que Henry había llegado mucho antes a propósito. Si Francis le había avisado que llegaría a las 2pm eso significaba que esperaba encontrarse con ella a solas.
-Llegó hace 10 minutos. En realidad no lleva nada aquí.- interrumpió Dayri. Averiguaría las intenciones de Henry y por ahora lo ayudaría con su hermano.
Francis observó a Dayri y luego sonrió. Ella nunca le mentía a él.
-Genial… podemos revisar el artículo en mi habitación.- dijo Francis indicándole a Henry el pasillo para dirigirse a las escaleras y subir a su habitación.
Henry se despidió de Dayri con una ligera reverencia y le hizo compañía a Francis para seguirlo a su recamara.
Juntos subieron las escaleras y desaparecieron de la vista de Dayri. Ella fue al estudio de Arthur y tocó la puerta.
-Adelante- gritó él.
Dayri entró al estudio de Arthur. Él se encontraba sentado frente a su escritorio y tenía su laptop encendida y trabajaba con ella.
-¿Desde cuando tocas la puerta para entrar?- preguntó con una sonrisa.
-Nunca es tarde para aprender buenos modales.- dice ella con ironía ya que se sienta en su escritorio.
-¿Qué pasó con tu “amigo”?-
-No es amigo mío… Francis ya llegó y se llevó a Henry a su recamara.-
-De acuerdo… y… ¿Vas a quedarte todo el día o saldrás?- solo preguntaba por costumbre pero en realidad ya conocía la respuesta.
-Iré a ver a Diana. Luego quizás me vea con Cap o Adrián.- informa ella contenta de poder hablar con Arthur de forma directa. Él a diferencia de su madre le ponía atención y también se interesaba en sus actividades.
-Me saludas a Cap o Adrián a quien sea que veas… y dile a Diana que venga a comer con nosotros en la semana. Ella sabe que es bienvenida, no entiendo por qué no quiere venir.- dice Arthur con la voz un poco cortada.
-Por supuesto… venía a pedirte un favor.-
-Lo que quieras.-
Dayri estaba lista para desquitarse con Francis por haber preferido a desconocidos antes que a ella.
-Me voy a llevar el auto. Si Francis pregunta le podrías decir que tú me lo prestaste, la verdad no sé cuanto tardaré pero me sentiría más segura.- Dayri le sonrió a Arthur, él nunca se resistía a eso.
-Me ofende que me lo pidas… el auto es tan tuyo como de tu hermano. Si se enoja le recordaré eso.-
Dayri bajó del escritorio de un brinco y le dio un beso en la mejilla a Arthur. Luego salió corriendo del estudio para ir a su habitación y tomar lo que necesitaba. De su habitación tomó su cartera, y una mochilita para meter allí la cartera, también metió su cámara digital, y un cambio de ropa. Se miró al espejo y consideró que no se veía de forma apropiada para visitar a Diana.
Se soltó el cabello que lo tenía recogido en un chongo y al caer sobre sus hombros se esponjó y estaba bastante enmarañado, tomó un peine y se lo cepilló superficialmente. Se roció espray para que desapareciera lo esponjado.
Aun así se veía mal, por lo que decidió amarrarlo en una coleta.
No tenía nada de maquillaje, eso la frustró. Tomo su maquillaje y comenzó a delinearse los ojos de negro y sombrearse los parpados, luego se pasó una ligera capa de maquillaje en su cara.
Se quitó su ropa que traía puesta y buscó algo más casual. Optó por usar un brassier negro de encaje y una blusa blanca transparente, unos jeans negros bastante ajustados. Tenis negros.
Al verse al espejo disfrutó de su imagen, tomó su mochila y salió de su habitación.
Se dirigió a la habitación de su hermano que estaba a unos pasos de la suya y abrió la puerta sin tocar. Henry y Francis se encontraban sentados frente al escritorio leyendo en la computadora de Francis.
-Voy a salir… regreso más tarde o quizás mañana.- anunció para que su hermano estuviera al tanto sin importarle que interrumpió.
Francis y Henry voltearon al mismo tiempo, Henry abrió los ojos al ver el cambio de la Dayri que abrió la puerta apenas unas horas atrás.
-¿A dónde vas?- preguntó Francis molesto por la interrupción.
-Con Diana.- respondió y cerró la puerta.
Bajó las escaleras con entusiasmo y pasó al estudio de Arthur para avisarle que se iba. Arthur asintió y solo le pidió que se fuera con cuidado.
Dayri tomó las llaves del auto que Francis dejó en la mesa de la cocina y salió de la casa. Emocionada encendió el auto una vez dentro y arrancó para irse a casa de Diana.
Conectó si iPhone al estéreo del auto para escuchar música. Escogió una la canción de “I want to break free” de su banda favorita “Queen”. Se puso a cantar en voz alta y se concentró para que su mirada estuviera siempre al frente. No podía evitar sonreír al imaginar la cara que pondría su hermano cuando se diera cuenta de que tomó el auto.
Diana no vivía lejos, estaba muy cerca de Picadilly Circus. Ya se encontraba afuera del edificio donde vivía Diana y estacionaba su auto cuando su iPhone vibró en señal de que había recibido un mensaje.
Terminó de estacionar el auto y tomó su iPhone para ver de quien era el mensaje. No le sorprendió ver de quien se trataba.
Jimmy
Espero no sigas molesta por nuestro beso en el bar, si aún estás molesta por favor déjame compensarte. Me siento muy mal y de verdad quiero que estemos bien.
Recibir mensajes de James era común si él había hecho algo estúpido que hiciera enojar a Dayri. Ella estuvo tentada a borrar el mensaje, ignorarlo y dejarlo sin respuesta pero… en vez de eso apretó la opción de “responder”.
No necesito que me compenses nada, y sí sigo molesta contigo. Algo que ayudaría bastante es que me dejes sola, deja de buscarme y deja de mandarme mensajes cada que me haces algo malo. Atte. Dayri.
Envió la respuesta y guardó su iPhone en una bolsa trasera de su pantalón. Tomó su mochilita y se la echó al hombro. Cerró su auto y caminó hacia el edificio.
En la recepción el guardia llamado Gerard (un hombre de unos treinta años, moreno) al reconocerla le sonrió y la dejó entrar.
-Bienvenida señorita Dayri.-
-Gracias Gerard… ¿Qué tal el día?-
-Normal.-
Dayri siguió su camino y se acercó al elevador. La recepción era bastante sencilla, piso de mármol y paredes blancas.
Al abrir la puerta del elevador entró y presionó el botón con el numero 5. Comenzó a ascender el elevador cuando sintió su iPhone vibrar. Metió la mano en su bolsa del pantalón para ver el mensaje y era de James.
Jimmy
Comprendo que estés molesta, pero insisto en que me permitas compensar mi error. Quiero que sigamos siendo amigos, acepto que no desees otra cosa.
Por favor déjame invitarte a cenar, elige el día y la hora. Estoy a tu disposición.
Se recargó en la pared del elevador y suspiró. Quería poder odiar a James pero no podía, y por más que intentaba deshacerse de él, eliminarlo de su vida y poder olvidarlo le era imposible… él siempre regresaba cuando estaba por conseguirlo.
Escribió la respuesta decepcionada de si misma.
Tengo libre ésta noche a partir de las 8pm. Estaré en casa de Diana, puedes recogerme aquí.
Llegó al piso 5 y salió del elevador para abrir la puerta del departamento de Diana. Tenía llaves del departamento porque Diana era bastante distraída y confiaba en que si perdía sus llaves Dayri podría abrirle.
Además ellas tenían un convenio de ayudarse la una a la otra. Diana también le había ofrecido que podía hacer uso de su departamento en caso de que quisiera estar con algún chico.
Dayri no había necesitado el departamento para eso nunca. El departamento era bastante grande, tenía dos recamaras. Diana adaptó una para que Dayri se quedara allí cada que la visitaba. En realidad era como tener dos casas para Dayri.
Abrió la puerta y percibió olor de tabaco.
-¡Di soy Dayri!- anunció.
Diana apareció casi como por arte de magia en la entrada. Estaba descalza y llevaba puesta solo una camisa azul cielo. Sus bragas eran de color fiusha.
Su cabello largo en capas se veía maltratado, lo llevaba suelto y al ser rubio claro brillaba. Su cara se veía demacrada, sus ojeras eran pronunciadas. Sus ojos de color azul grisáceo se veían tristes. Al ver a Dayri sonrió y se marcaron unos hoyuelos en sus mejillas.
Llevaba en su mano un cigarro consumido hasta la mitad.
-¡Oh Dayri que gusto verte!- se acercó para abrazar a Dayri.
Eran de la misma estatura aproximadamente, Dayri unos centímetros más alta.
-Di te ves mal… ¿Te sientes bien?- preguntó Dayri en cuanto se separaron.
-Por supuesto… he tenido bastante trabajo y no he podido descansar lo suficiente.- respondió y se acercó a la entrada para cerrar la puerta.- ¿Gustas un cigarro?-
-Claro…-
Diana caminó hacia la estancia y de su mesita de centro tomó su cajetilla de cigarros y se la arrojó a Dayri. Dayri aventó su mochilita al sofá y cogió en el aire la cajetilla. Se sentó en el suelo junto a la mesita y sacó un cigarro. Diana se sentó a su lado y activó su encendedor para encender el cigarro de Dayri.
Dayri echó el humo y recargó su cabeza en el sofá. Su iPhone vibró en ese momento.
Jimmy
Paso por ti a las 8:15 pm. Usa algo lindo, a donde te llevaré no puedes ir como acostumbras vestirte. Te agradará ya verás.
-¿Quién te busca?- preguntó con curiosidad diana.
Dayri guardó su iPhone de nuevo en su pantalón.
-Cap- mintió.
-¡Ya veo! ¿Se verán hoy?-
-Si… iremos a cenar pero me quedaré aquí hoy.-
-Excelente… hace mucho que no pasamos tiempo juntas.- dijo emocionada Diana.
-Si… pero mi madre se puso especial. Dice que tú eres la causa de que me haya vuelto rebelde. Por eso aprovechando que se fue a visitar a su hermano a España aprovecho para pasar la noche aquí.-
-Muy bien… y no me importa lo que piense Astrid, igual nunca le he agradado. Y no eres rebelde, simplemente disfrutas de lo bueno de la vida.- explicó Diana dejando en el cenicero el cigarro que se había terminado.
Dayri sonrió y volvió a aspirar humo de su cigarro, solo fumaba en casa de Diana en ningún otro sitio, en realidad solo fumaba una vez al mes. Estar allí con Diana la hacía relajarse, la quería como a una hermana.
-Y dime Day… ¿has tenido acción últimamente?- preguntó Diana con sonrisa picara.
-¡¡¡Di…!!! No desde hace mucho tiempo.- respondió un poco avergonzada.
-No me digas que la última vez fue con André…-
-Si… desde que él se fue no he estado con otro hombre.- admitió Dayri.
André era un chico brasileño que entró a Inglaterra ilegalmente. Conoció a Dayri y pronto tuvieron química, siempre estaban juntos y comenzaron una relación. Todo era lindo hasta que André fue deportado a su país.
-Bueno eres joven…- se limitó a decir Diana.
-¿Y tú?-
-Estuve con un chico de mi trabajo hace dos noches… nada formal, solo diversión. Salimos desde hace un par de semanas.- confesó.
Dayri se sorprendió. Diana casi no salía con nadie desde que William su primer amor la dejó.
Se quedaron sentadas platicando, juntas comenzaron a criticar a los Ego y Dayri le contaba las novedades de los chicos, como cada vez crecía más la empresa de William, lo irritante de James y lo presuntuoso de Ferdinand.
Diana sentía liberación estando con Dayri, al vivir sola no hacia otra cosa que no fuera beber y dormir. Los fines de semana iba a ver a un psiquiatra para ver el tema de su depresión por su rompimiento con su novio.
Trataba de hacerse la fuerte y fingir que se encontraba mejor, pero en realidad todos los días pensaba en William y lloraba cada noche. Se metía a internet en su trabajo para investigar las novedades sobre él.
El tiempo transcurrió y pidieron pizza para comer, y encendieron la televisión para ver una película. Diana se quedó dormida y Dayri no quiso despertarla, era obvio que no dormía mucho.
Se levantó y caminó hacia la habitación de Diana para buscar un vestido lindo que pudiera usar en la cena con James. El armario de Diana estaba lleno de ropa realmente fina y linda, el tipo de ropa que Dayri no compraba. Varios pares de zapatos.
A Dayri le encantó el hecho de que calzaran del mismo número y fueran de la misma talla. Tomó los vestidos y los observaba detenidamente para ver cual escogía. Ninguno realmente le agradaba lo suficiente, pero no debía gustarle, lo importante era que le gustara a James.
No siempre fue muy puntual James, pero ahora parecía que deseaba empezar a serlo. Dayri aun no estaba completamente lista cuando recibió el mensaje de James avisándole que ya se encontraba afuera del edificio.
Buscó rápidamente una pluma y una hoja para dejar una nota en caso de que Diana despertara y se preguntara por ella.
Di salí a cenar, calculo estar antes de las doce en el departamento. No quise despertarte porque te veías bastante tranquila, espero no te molestes.
Por cierto, tomé ropa prestada de tu armario porque no traía nada decente para ir a cenar :)
Dejó la nota sobre la mesita de la sala, así quedaría visible para Diana.
Salió del departamento con el abrigo color beige que tomó prestado, se sentía bastante incómoda pero ya no podía dar marcha atrás. Pasó junto a Gerard que le guiñó el ojo al verla.
-Regreso en un par de horas.- anunció Dayri para que supiera Gerard que regresaría.
-¡Suerte!- le deseó.
Abrió la puerta del edificio y James la esperaba justo enfrente recargado en su auto (un volvo). Al reconocerla se incorporó para acercarse a saludarla. Dayri se sintió ligeramente aturdida por la presencia de James. Pese a que ante el mundo aparentaba odiarlo y fingía ya no tener interés en él, la realidad era que aun la ponía nerviosa, aun lograba sonrojarla y aun… tenía control sobre ella.
-Te ves muy hermosa.- mencionó con una sonrisa.
Llevaba una camisa de rayas color azul claro, un pantalón de vestir color negro. Zapatos lustres. Se veía muy bien.
Se había cortado su cabello, y ya no quedaba rastro de sus rizos. En ese momento llevaba sus anteojos (usualmente no los usaba puesto que los remplazaba con lentes de contacto) y lo hacían lucir intelectual. Era bastante alto, delgado y atractivo. Su mirada seductora miró fijamente a Dayri.
-Gracias… también te ves bien- se limitó a decir.
James se acercó al volvo para abrir la puerta y permitirle el paso a Dayri, pero ella se adelantó para abrir la puerta y entrar por su cuenta. Cada detalle era importante, entre menos atenciones recibiera de parte de James más sencillo sería su asunto de la cena.
James se molestó por el movimiento de Dayri pero prefirió omitirlo, no quería iniciar una pelea tan pronto. Subió al auto y lo encendió para dirigirse a la cena.
-¿A dónde nos dirigimos? Preguntó Dayri que se sintió secuestrada por un momento, ya que James no le había dicho a que restaurante la llevaría.
-Vamos a 15 Westland Place N1 7LP- respondió James muy serio.
-¿Me llevaras a “fifteen”?-
-Sí-
“Fifteen” es un restaurante londinense que se caracteriza por preparar platillos típicos de la cocina británica. Es un sitio lindo y agradable, pero la verdad era que a Dayri le resultaba bastante aburrido. Siempre que salía con James iban ahí, no era novedoso.
Decidió ya no mencionar nada, pero no podía creer que la llevara al mismo lugar de siempre cuando se suponía que trataba de impresionarla. James puso música para armonizar el ambiente, pero sólo consiguió empeorar el humor de Dayri que detestaba la música electrónica (género favorito de James).
James intentó platicar pero ella no se mostró muy dispuesta a responder por lo que él optó por conducir y cantar en voz alta. Era increíble que cometiera el mismo error, jamás podía decirle que NO a James, siempre que la llamaba ella asistía.
Llegaron al restaurante, James tenía reservación por lo que les asignaron mesa de inmediato. Dayri no disfrutaba mucho del ambiente adinerado. Se sentaron y un mesero les dejó las cartas para que pudieran ver el menú y así elegir lo que cenarían.
Ordenaron y hubo un silencio mientras esperaban la comida.
-Dayri no me agrada que sigas molesta conmigo… quiero compensarte y de corazón deseo que podamos reconciliarnos.- dijo James rompiendo el silencio.
Dayri quería decir algo pero las palabras no salían, el dolor que le había producido James en el pasado habían dejado marca. No era sencillo olvidar y mucho menos perdonar. Sin embargo creía que no podía odiarlo eternamente, además lo vería a menudo en “el Nido”, en su casa, etc. Sus vidas estaban cruzadas.
-Cómo esperas que olvide…-
-Dayri… hay que madurar. Lo que dije antes sí… fue hiriente pero debes superarlo, crece. Ya no eres la misma persona que hace 3 años.-
-Para ti es fácil decirlo…-
-Me dijiste cuando nos conocimos que no eras rencorosa, ahora me doy cuenta que mentiste.- interrumpió James alzando un poco la voz.
-No mentí… simplemente trato de decirte que no puedes esperar que te trate como solía hacerlo, o que nuestra relación será la misma… sin duda será muy diferente.-
La cena llegó. De nuevo hubo un silencio fantasmal. Dayri comenzó a comer y por su cabeza pasaban miles de pensamientos, hubo un tiempo en el que estaba perdidamente enamorada por él, o al menos eso creyó. De pronto un día le rompe el corazón, así que ella decidió no creer en el amor. Pero le dolía más que todas las promesas que él le había hecho las rompió, jamás cumplió sus palabras.
Ahora debía decidir si perdonarlo o no. ¿Cómo se supone que se perdona a una persona que te hizo sentir miserable e inútil? A veces las palabras duelen más que los golpes.
Terminaron de cenar y salieron de restaurante tras pagar la cuenta, James había sido educado para comportarse como un caballero en una cita. Pero justo eso hacía que él se convirtiera en alguien falso. Se comportaba así porque así le enseñaron, no lo hacía de manera natural.
Además cada que él era atento con alguien en automático sentía que ya tenía control sobre esa persona, así lo educaron y así era él. Dayri había estudiado su comportamiento por años a lado de su hermana Diana. Todos los chicos Ego tenían ese defecto, creían que su dinero les daba no sólo poder sino control sobre la gente en quien lo derrocharan… todo lo veían como inversión.
Durante el trayecto de vuelta al departamento de Diana el interior del auto se mantuvo en silencio, Dayri sólo pensaba en el error tan grande que había cometido por salir con él. Se había jurado a sí misma no permitirse estar a solas con él por la manera en que la hacía sentir, una parte de ella aun sentía atracción por ese egoísta cuerpo, por esa horrenda personalidad. Y esa forma en como la hacía sonrojarse y ponerse nerviosa le aterraba.
James estacionó el auto frente a la entrada del edificio y Dayri salió del auto. James hizo lo mismo para despedirse.
-Gracias por la cena James.-
-No hay nada que agradecer… espero pueda repetirse pronto.- su tono arrogante la irritaba.
-Claro…-
Dayri se dio la vuelta y caminaba hacia la puerta del edificio cuando James a mitad de la calle la alcanzó y tomó de su brazo para que ella volteara y se acercó a sus labios para darle un beso.
Al principio Dayri se desconcertó por el repentino movimiento y no le correspondió el beso quedándose quieta, pero algo dentro de ella le dijo que se diera la oportunidad y le correspondió el beso.
Entró silenciosamente al departamento para no despertar a Diana, ya pasaban de las doce. Se quitó los zapatos y los tomó con su mano derecha para descansar sus pies. Iba por la sala en búsqueda del enchufe para encender la luz cuando ésta se prendió sola, dio un brinco exaltada cuando vio a Diana parada del otro lado, justo frente a ella.
-¿Te asusté?- preguntó.
-Sí… Creí que estabas dormida.-
-Y yo creía que habías dicho que cenarías con Cap- Diana parecía enfadada.
-Cómo supiste que…-
-Escuché un ruido y me desperté… vi tu nota y revisé la hora, cuando vi que ya pasaban de las doce me fui a asomar a la ventana y que vi… la escena más estúpida de todas. El idiota de James acercándose para besarte y… tú estúpidamente le correspondiste. Y no sólo eso… en vez de golpearlo para que se alejara de ti… permites que él tome tu mano y te dirija de nuevo al auto para hacer no sé que… y allí estuviste- Diana revisa su reloj con frunciendo el ceño- media hora.-
-No pasó lo que estás pensando… -
-¿Qué estoy pensando Dayri?- cuestionó Diana y la miró en espera de la respuesta.
-Fue un error… uno muy grande y estúpido de mi parte.- Dayri estaba arrepentida.
-A mi no me importa que me mientas… sólo te haces daño tu misma. Pero ¿por qué te mientes a ti? James es un maldito Ego, no le interesan tus sentimientos, es demasiado egoísta como para preocuparse por alguien que no sea el mismo. La única razón por la que te busca es porque no tolera que una mujer lo mande al diablo, él es quien hace eso.
Me duele ver cómo te sigue controlando, qué esperas que cambie y te prometa amor eterno… Sabes incluso aunque se casara contigo no te sería fiel, en su naturaleza ser fiel es pecado.- Diana soltó las palabras sin piedad.
Dayri se quedó en silencio mirándola fijamente.
-Bueno es mi problema… al menos no ando en la espera de un hombre que ya se casó con otra.-
Diana endureció el rostro. Cubrió su rostro con sus manos, corrió hacia el baño llorando y se encerró.
Dayri se arrepintió de lo que dijo, sabía que Diana estaba sensible por el asunto de Michael. Sin embargo ya era hora de que Diana dejara atrás ese asunto, Michael ya no regresaría con ella JAMÁS, cuanto antes lo aceptara, mejor.
Al día siguiente Dayri despertó y tomó sus cosas para salir del departamento antes de que Diana se levantara, no tenía ganas de platicar con ella, ya habría tiempo después para que se sentaran a reconciliarse con madures, por ahora todo estaba demasiado fresco.
Dayri estaba arrepentida por lo ocurrido, siempre terminaba en pleito con los que quería debido a James. Pero James era una droga para ella, la trataba mal y aun así ella no podía dejar de pensar en él.
Al llegar a su casa se sorprendió de encontrarla vacía. Caminó hacia la cocina para servirse agua y en el refrigerador había una nota de su hermano.
“Dayri estoy en casa de Ferdinand llegaré como a las 10pm. Arthur dijo que llegaría mañana ya que tuvo que ir a Dublín. Con cariño Francis.”
Tomó la nota y la tiró a la basura, le alegraba saber que tendría casa sola durante varias horas. Deseaba poder pensar en soledad, en otra ocasión hubiera aprovechado para invitar a sus amigos y organizar una reunión pero no tenía ganas de eso.
Se sirvió agua y subió a su habitación para recostarse. Pero mientras subía las escaleras se le ocurrió una idea, la casa estaría sola, nadie la molestaría… pensó en que era la oportunidad perfecta para decir todo lo que pensaba, descargar todo lo que llevaba dentro.
Corrió a su recamara y colocó su vaso con agua en la mesita junto a su cama, luego se dirigió a su baúl y sacó su cámara de video; colocó su tripie para acomodar la cámara y la ajustó para poder comenzar a grabar.
Se puso frente al lente y se puso a hablar.
Su intención era dejar en video todos sus sentimientos, todo lo que no podía decir de frente por miedo o inseguridad. Habló sobre lo horrible que es estar a merced de alguien que hace uso de sus encantos y riqueza para manipularte, de lo desgastante que es hacer el papel de terapeuta para su hermana, de lo triste que era darse cuenta que su hermano renunciaba a sus orígenes para poder ser cien por ciento aceptado y de la nostalgia que sentía por su país… México.
-“La vida no es perfecta pero francamente pienso que nunca lo será… podrás encontrar algo que la haga más amena, más tranquila, más emocionante y aun así encontrarás algún defecto para poder quejarte… porque la realidad es que vivimos en un mundo de Egos, dónde todos siempre están en competencia constante con alguien, siempre buscaremos ser mejores que lo demás, sobresalir de alguna forma… Por eso no creo que se pueda encontrar la Felicidad al cien por ciento.”- terminó con eso su video.
Sintió alivio de haber dicho todo lo que sentía, lo que le molestaba era que nadie jamás lo vería y por lo tanto sus sentimientos se mantendrían en el anonimato total.
Encendió su laptop para navegar un rato en internet y en cuanto abrió su página de Facebook se sorprendió al descubrir que tenía una solicitud de amistad, toda la gente que conocía ya era parte de su red social. Le dio click para averiguar de quien se trataba y el nombre no le sorprendió.
“Henry Doors”
“Ese hombre me está siguiendo…” pensó Dayri. Dudo un momento si debía aceptarlo, pero a la vez sentía curiosidad por conocerlo un poco. Le dio aceptar amistad.
Se metió a su perfil para chismear un rato sobre él, pero parecía que casi no visitaba su página, apenas y tenía cuatro fotos de perfil. Y la foto que tenía no destacaba mucho, Henry se encontraba junto al coliseo romano pero la fotografía había sido tomada de lejos por lo que no destacaba él.
No tenía muchos comentarios y sólo tenían cuatro amigos en común, pero le dio flojera ver de quiénes se trataba. Supuso que era James, Francis, y otros Ego (Ferdinand no tenía red social).
Cerró su Facebook.
Dejo a un lado su laptop y se recostó en su cama, observaba el techo lleno de estrellas fosforescentes que colocó Arthur el día que se mudó a Londres. Quería comprender el porqué de la insistencia de la insistencia de Hendy Doors por hablarle.
Se quedó dormida y dejo atrás el asunto de Henry. No podía adivinar los motivos que tenía él para buscarla tanto.
Despertó hasta el día siguiente, nadie había ido a despertarla. Salió de su recamara y bajó a la cocina para ver si ya había llegado Arthur. Pero al entrar a la cocina se sorprendió de ver allí a Kat y Henry con Francis.
-Hola amiga…- dijo alegremente Kat dando un brinquito para bajar del banco en que se encontraba sentada y fue a abrazar a Dayri.
-Hola… por qué nadie me avisó que estabas aquí.- mencionó Dayri mirando fijamente a su hermano.
-Iba a avisarte que Kat vino cuando de pronto Henry la saludó. Resulta que ellos ya se conocían y nos quedamos aquí platicando, olvidé que debía avisarte.- se disculpó Francis encogiéndose de hombros.
¿Kat y Henry se conocían? ¿de dónde? Se preguntó con curiosidad Dayri. Ella y Kat llevaban años de amistad y no recordaba que Kat hubiera mencionado a un amigo de ojos azules, alto y que fuera Ego.
Dayri caminó hacia la mesa donde se encontraba Henry y se sentó justo frente a él, a lado de su hermano. Kat regresó a su asiento.
-¿De dónde se conocen?- quiso saber.
-Es muy curioso…- dijo rápidamente Kat.- Recuerdas que yo vivía en York… bueno yo tomaba danza allá y una de mis amigas de danza era novia de Henry. Así nos conocimos, pero cuando me mudé a Londres perdimos contacto. No sabes lo gracioso que fue encontrármelo en tu casa.- respondió.
Dayri recordó que Henry le mencionó que él había nacido en York, ahora las cosas tenían sentido y no pudo evitar pensar que el mundo era muy pequeño. Se sirvió cereal para desayunar. Francis le informó que Arthur regresaría en la noche.
Continúo la plática y todos reían, excepto Dayri. Le incomodaba un poco la situación, además Kat se veía radiante… jamás la había visto de esa manera. Henry estaba atento a todo lo que Kat decía y reía, tenía una linda sonrisa y Francis también era participe de la conversación.
De vez en cuando Henry volteaba a ver a Dayri, acto que ella respondía con una sonrisa un poco forzada. Apenas acababa de conocer a Henry y ya resultaba ser el mejor amigo de toda la vida de Kat.
Por un instante se le ocurrió pensar que quizás a Kat le había gustado… un poco ese encuentro con Henry… o quizás… DEMASIADO…